La afinación como ítem de belleza en un coro

En el arte coral, la noción de belleza sonora está profundamente ligada a la afinación. Aunque a menudo se la conciba como un parámetro técnico, la afinación cierra una dimensión estética esencial: es la forma en que la precisión sonora se convierte en experiencia artística compartida. Un coro afinado no solo canta correctamente en cuanto a altura, sino que produce un sonido colectivo lleno, coherente y vibrante, capaz de generar en el oyente una sensación de armonía interior. En este sentido, la afinación puede considerarse un auténtico ítem de belleza, un componente fundamental de la percepción estética de la interpretación coral, junto con otros como el timbre, la expresividad o la articulación.

Des de la perspectiva acústica, l’afinació es refereix a la relació exacta entre les freqüències que produeixen les diferents veus. Quan aquestes relacions són proporcionals, com en les cinquenes o les octaves, l’oïda percep una sensació d’equilibri i repòs. La coincidència dels harmònics genera una fusió sonora natural: els *batimientos desapareixen i el so adquireix una puresa que l’oient percep com a lluminositat o transparència. Però més enllà del físic, existeix un component perceptiu i emocional. L’afinació és també una construcció de sentit: quan les veus coincideixen amb *justeza, es produeix un ordre sensible que l’oïda associa espontàniament amb bellesa. En un concorde ben afinat, el so sembla expandir-se sense esforç, i aquesta expansió harmoniosa desperta en qui escolta una emoció estètica vinculada a la plenitud, a l’equilibri i a la serenitat.

La afinación, sin embargo, no es un fenómeno individual, sino una construcción colectiva. En el canto coral, el equilibrio sonoro depende de la capacidad de cada cantante para situar su voz en relación con las otras, escuchando de manera activa y ajustando constantemente su emisión. Afinar implica una escucha doble: horizontal, para mantener la coherencia melódica de cada línea, y vertical, para asegurar la consonancia entre las diferentes partes del acorde. Esta práctica requiere no solo técnica vocal, sino también sensibilidad auditiva y conciencia grupal. La belleza que surge de la afinación es, por lo tanto, una belleza compartida, resultado de la cooperación y la empatía sonora. Cada cantante contribuye con su voz a un ideal común, y este proceso de ajuste continuo puede entenderse también como un acto ético: afinar es escuchar el otro, equilibrarse con él, buscar una armonía que transcienda el individual.

A lo largo de la historia, el ideal de afinación ha variado según las concepciones estéticas de cada época. En el Renacimiento, la pureza intervalar y la fusión tímbrica eran sinónimo de belleza; en el Barroco y el Clasicismo, la afinación se subordinaba a la dirección tonal y a las necesidades expresivas del discurso musical. En el Romanticismo, la afinación se volvió más flexible, al servicio de la emoción y del color armónico, mientras que en el siglo XX la exploración de microtonalidades y disonancias amplió los límites del que se considera “bello”. Sin embargo, en todas estas transformaciones históricas permanece constante la asociación entre afinación y percepción estética: afinar es dar forma audible al equilibrio, aunque los criterios de equilibrio varíen.

Desde la fenomenología de la escucha, la experiencia de sentir un corazón muy afinado produce en el oyente una sensación de unidad y de reposo que transciende el análisis racional. La fusión de los armónicos crea una especie de espacio sonoro compartido, una vibración común que simboliza, de algún modo, la armonía entre los seres humanos. El sonido afinado adquiere así un valor simbólico: representa la posibilidad de equilibrio, de comunión y de belleza colectiva. Por eso, la afinación puede entenderse no solo como una cuestión técnica, sino como una experiencia estética y, en cierto modo, espiritual.

En conclusió, l’afinació en el cor és molt més que una mesura d’exactitud tonal: és una manifestació d’equilibri, sensibilitat i escolta mútua. La seva cerca expressa un ideal de bellesa que es funda en la cooperació i en la unitat. Afinar no és simplement corregir l’altura de les notes, sinó crear un espai de ressonància comuna en el qual les diferències individuals es fundin en un so col·lectiu ple de sentit. En paraules del director suec Eric Ericson, “afinar no és només trobar el to just, sinó trobar el lloc on el so es torna veritable”. En aquest lloc de veritat sonora habita, precisament, la bellesa del cant coral.

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